Otilia es bendecida con un cuerpo que es el epítome de la perfección femenina y maldito por un lunar feo en medio de su hermoso rostro. La yuxtaposición entre la belleza fabulosa y la desfiguración resulta inquietante para los aldeanos y ella crece sin amigos, salvo la familia, Melquíades. Aunque la mayoría pensó que terminaría siendo una prostituta, se casó con Isidro, el jefe de la policía local. Cruel y mezquino, este ogro de hombre la embrutece y eventualmente la infecta con enfermedades venéreas, volviéndola estéril. Con la ayuda de Melquíades, Otilia toma una serie de amantes para fastidiar a su esposo. Un día, el herido Rubén, un buscado forajido, se tambalea en su puerta e inmediatamente ella se enamora. Para gran disgusto de Melquíades, ella le alberga y atiende al delincuente ya que su esposo lo está buscando.

Tras escapar de prisión, María se rompe una pierna y es recogida por Julián, un contrabandista. La joven se aloja en una casa de huéspedes pero se va cuando Julián la deja sola por unos días. Después de vagabundear por un tiempo, María se encuentra con su amiga Martha quien la induce a prostituirse. Cómoda en su nueva vida, María parece estar satisfecha pero un impulso la lleva a buscar de nuevo a Julián